martes, 8 de noviembre de 2016

Las implicaciones de IIRSA en Venezuela y el Arco Minero del Orinoco

A continuación compartimos un escrito elaborado y presentado por Revista Arpillera durante la Jornada Por La Tierra y Contra el IIRSA, celebrada el pasado domingo 6 de noviembre de 2016 en Santiago de Chile.


Hace dos días se cumplieron tres años y ocho meses del asesinato, por parte de mafias ganaderas y del Estado venezolano, del cacique yukpa Sabino Romero Izarra. Desde que llegué a Chile me ha impresionado notar que el interés de la izquierda e incluso de un sector del movimiento libertario -cuando se trata de Venezuela- se limita a asuntos de mera gobernabilidad en aquella región y pasan por alto cualquier atención sobre los movimientos populares o comunidades indígenas que resisten a aquellas políticas de gobierno enmarcadas en el más crudo capitalismo.

No es casual que suceda de este modo, pues dentro de las estrategias políticas que sostienen un proyecto macroeconómico como el IIRSA se encuentra el invisibilizar e incomunicar a las personas que constituimos territorios, para sobreponer a ellos todo el despojo planificado. Se sobrepone también un discurso latinoamericanista que enfoca su atención no en la integración de las luchas sino en la confluencia de políticas de gobierno. Y así, vimos elevarse y opacarse toda una corridilla de gobiernos progresistas que fueron los encargados de hipnotizar a las masas, empeñar los territorios en ese acuerdo firmado en el año 2000 y servir la mesa a gobiernos abiertamente neoliberales. 

De este modo, en la región argentina o chilena siempre supimos quién era Chávez y cuántas canciones podía cantar en una alocución de dos horas, pero jamás nos enteramos de que existía una comunidad indígena en geografía venezolana que exigía autodemarcación territorial al gobierno de aquel militar y que por el sólo hecho de ejercer la acción directa y atreverse a recuperar parte de su territorio, estaba siendo criminalizada y aniquilada. Me refiero, por supuesto, a la comunidad yukpa que hoy agoniza en la Sierra de Perijá y que fue una de las primeras víctimas notorias de la puesta en marcha del IIRSA en Venezuela, pues el territorio que ocupan es la más grande fuente de carbón conocida en aquella geografía.

Asumiendo el llamado “Socialismo del siglo XXI”, el gobierno venezolano firmó, junto a los gobiernos del resto de Sudamérica, este macroproyecto para el nuevo modelo de acumulación capitalista que favorece a las burguesías nacionales y transnacionales. Tal determinación fue a su vez avalada en los planes nacionales y así el más concreto “legado de Chávez”, el Plan Patria, supuso en su tercer objetivo histórico “convertir a Venezuela en Potencia” gracias al despliegue de planes íntegramente extractivistas que desde ningún punto de vista podrían soportarse bajo el término lastimero de la minería ecosocialista. ¿En cabeza de quién cabe que pueda ser ecológica la extracción de oro con base en el uso de cianuro?

Hoy, los movimientos populares, golpeados por una sensación de derrota histórica y una crisis económica aguda, intentan hacer frente al Arco Minero del Orinoco, un proyecto igualmente hermanado a los planes de extracción de recursos que contempla el IIRSA y el Plan Patria de la Venezuela chavista.

El Arco Minero del Orinoco compromete el 12% del territorio nacional, unos 111.843,70 kilómetros (esto implica un proyecto casi 36 veces más grande que Pascualama) para el usufructo de diamantes, oro, coltán, bauxita y otros minerales, durante 40 años y para el beneficio de unas 150 empresas mineras entre las cuales destaca Barrick Gold. Y es que ante la caída de los precios del petróleo, el gobierno venezolano promete que este megaproyecto contribuirá a elevar los ingresos de la nación. Sin embargo, en lo concreto, sucede que para sacar adelante este proyecto, las empresas mixtas -ese armatoste creado por el gobierno y en las que confluyen capitales públicos, privados y transnacionales- deberán solicitar créditos y endeudarse.

La exploración de los territorios del Arco Minero incidirá de manera directa en los territorios indígenas de los pueblos yekuanas, piaroas, pemón, arawak, piapoco, entre otros. Muchos de ellos ya se han manifestado en contra el proyecto aprobado vía decreto presidencial, por considerar que estas explotaciones devastarían sus territorios. Si ya la minería artesanal trae consecuencias catastróficas para estas comunidades, la amenaza megaminera se impone como una sentencia de muerte. 

Ante todo este panorama, corresponde fortalecer organizaciones dispuestas a la defensa territorial sobre la base de principios como la autonomía, la acción directa, la horizontalidad y el apoyo mutuo. Y es que una de las debilidades que hoy caracteriza a muchos movimientos populares por la defensa de los territorios es que suelen ceder ante liderazgos, se vuelven susceptibles al financiamiento de instituciones no gubernamentales que a su vez responden a los mismos intereses de las grandes empresas extractivistas. Esto se traduce no sólo en discursos empañados de ideología ciudadanista que apela a un extractivismo cuidadoso, responsable, ecológico, de beneficio social, etc. Sino más concretamente al quiebre de las luchas y más dramáticamente al asesinato de muchos activistas.

Si Sabino Romero no vive, fue también gracias al quiebre de su determinación por la organización autónoma, porque fue convencido por el discurso del ciudadano chavista, de que debía hacer parte de mecanismos estructurales dispuestos por el gobierno para poder ganar espacio y proyección de su voz. Cuando Sabino iba rumbo a entregar sus principios de autonomía, fue cercado por los disparos. La lección ha sido contundente para quienes conocimos de cerca la lucha yukpa. 

Y es así como atendiendo a la necesidad de informarnos y resistir contra el Arco Minero del Orinoco, podemos sugerir un documental como “Extractivismo en Venezuela: Las venas continúan abiertasbajo la férrea advertencia de que Provea -financista del documental- es una ONG que recibe a su vez financiamiento de Open Society, fundación encabezada por George Soros, uno de los principales accionistas de la Barrick Gold. 

He querido ofrecer una breve perspectiva en relación con este tema que hoy nos convoca. Y sólo me resta invitarles a romper el cerco comunicacional que se nos impone y buscar fuentes de información no comprometidas con intereses gubernamentales y/o empresariales. Son pocas, pero son. Los compañeros de Gargantas Libertarias, con todas sus limitaciones materiales, hacen un esfuerzo desde las poblaciones más pobres de la región mirandina, capital venezolana, por difundir la necesidad de una organización verdaderamente autónoma y libertaria que haga frente a estas políticas mineras que encuentran en el despecho venezolano el mejor contexto para el despojo.

Revista Arpillera

domingo, 6 de noviembre de 2016

What the f**k is social reproduction? An introduction by Plan C


La débil crítica de Eric Hosbawn al pensamiento anarquista

Hasta hace un año no conocía la obra de Eric Hosbawm, no soy un ferviente lector ni el más rápido tampoco, por lo que me tardo mucho. Sin embargo, llegó a mis manos, por recomendación de un amigo, uno de sus ensayos sobre el anarquismo. Gran decepción para mí el no encontrar mucho en este texto. Hay esbozos de una crítica interesante a mitad de él, pero se desvanece de inmediato a medida uno avanza.

En un principio pensé que sería por la época en que fue escrito (1969), pero aún para ser 1969 está bastante desinformado, u omite bastante de lo que resulta ser el movimiento anarquista posterior a la primera guerra mundial. Parece ser que Hosbawm no busca o prefiere omitir todo lo relacionado al anarquismo de esta época, aclarando que hasta la reedición de este texto no se hizo una revisión de las afirmaciones de Hosbawm, me parece una irresponsabilidad viniendo de un historiador tan afamado en el mundillo intelectual de izquierda.

Primero Hosbawm afirma que, salvo Kropotkin, no existieron, en la primera época del anarquismo, intelectuales destacables o innovadores que dieran madurez intelectual al anarquismo o que acercase a los no anarquistas a esta corriente de pensamiento. Y desplaza al anarquismo a un simple desvarío de artistas y bohemios. Quien esté habituado al anarquismo no le será difícil encontrar una suma importante de propagandistas, teóricos y artistas que ofrecen un interés real para quien no es anarquista.

Su siguiente punto se enfoca en que el principal atractivo del anarquismo no era tan especial como se piensa, esto es el anti-autoritarismo. No es de extrañar que Hosbawm por su formación marxista se dedique a dar más merito a los teóricos marxistas no-oficiales o los detractores del socialismo (me atrevería a decir que a los liberales en este caso).

"Ni siquiera el arma más poderosa del arsenal intelectual de los anarquistas, su sensibilidad a los peligros de dictadura y burocracia implícitos en el marxismo, les era exclusiva. Esta clase de crítica la hacían con iguales resultados y con mayor elaboración intelectual los marxistas “no oficiales” y los adversarios de todo tipo de socialismo".[1]

Este párrafo evidencia lo que digo. Al decir implícitos en el marxismo, Hosbawm admite una posición de comodidad. Al marxismo no le falta la crítica a la burocracia y la dictadura, la lleva implícita porque es perfecta. Pero son los mismos anarquistas antes que él, y que no se dedicó a investigar, quienes rebatieron esto. Basta darse una vuelta por los escritos de Luigi Fabbri, Emma Goldman o Rudolf Rocker para evidenciarlo, pero el señor Hosbawm no se toma el tiempo para analizarlos, incluso Malatesta, conocido más por su faceta de propagandista, le dedica unos párrafos (véase la compilación de Vernon Richards).

El antiautoritarismo no fue un mero sentimentalismo ético, como una especie de buena voluntad o de caridad cristiana, de poner la otra mejilla o de una empatía. Sino que es una nueva dirección con respecto a cómo funcionan las relaciones individuales y colectivas. Dicho eje se trató de aplicar a todas las formas en las que se relaciona el individuo, en nuevas formas de ecología, de pedagogía, psicología, economía o incluso el arte. Principios que utilizaron psicólogos como Otto Gross o Paul Goodman (contemporáneo de Hosbawm), pedagogos como Sutherland Neill o Paul Robin.

Sigue un párrafo para la risa. Y este texto tiene varios que dan para tomarse la cabeza. Y, como he señalado, Hosbawm sólo ve lo que le conviene y cuenta lo que le conviene contar, aún si tiene que manipular o desinformar a su lector, quien por supuesto no se tomará el tiempo de comprobar lo que lee. Es una lástima saber que un reputado historiador se dedique de esa manera a desinformar. Examinemos el siguiente párrafo:

“Quien haya estudiado o haya tenido algo que ver con el movimiento anarquista real se habrá sentido afectado por el idealismo, el heroísmo, el espíritu de sacrificio y la santidad que tantas veces ha engendrado, junto a la brutalidad de la Majnovchina ucraniana o de los fanáticos pistoleros e incendiarios de iglesias de España.”

Es interesante que Hosbawm hable de la brutalidad de la majnovchina, y estoy muy seguro de que es por esgrimir el supuesto antisemitismo de la que se le acusó en su momento, acusación que los majnovistas tuvieron que afrontar y desmentir. Makhnó escribió sobre ello e incluso solicitó la ejecución de conocidos antisemitas de la época. En el seno mismo de la majnovchina se trató de un problema menor, y no un supuesto principio antisemita.

Sobre los incendiarios de iglesias no se niega, de hecho desde siempre, con excepciones notables como la de Tolstoi y el anarquismo de corte más pacífico, se ha declarado un anticlericalismo y la intolerancia contra las acciones reaccionarias de la Iglesia, la misma que apoyaba el rapar a las mujeres del bando republicano en la guerra civil y que las hizo limpiar los recintos una vez terminada la contienda. Cabe recordar que esa misma iglesia fue la que dio su incondicional apoyo al bando franquista y ni hablar de los beneficios que obtuvo de ello.

“El mismísimo extremismo del rechazo ácrata del Estado y de la organización, lo absoluto de su entrega a la causa de la subversión de la presente sociedad, no podían por menos de despertar admiración, salvo quizás entre quienes tenían que ir políticamente de la mano de los anarquistas y sentían la dificultad casi insuperable de colaborar con ellos.”

Otra de esas perlitas que suelta Hosbawm. El anarquismo jamás ha rechazado totalmente la organización, gran parte del mismo la encuentra necesaria, con la diferencia de que el centro de la organización no puede ser otro que el individuo asociado en libertad, y en completa afinidad. Si una organización se llamase anarquista y su centro de acción no fuesen sus militantes, entonces mucha diferencia con las organizaciones más autoritarias no tendría.

Y no fueron los aliados del anarquismo quienes tuvieron que soportar esta unión, sino quienes terminaron traicionándolos. La UGT y parte del POUM no enfrentaron problemas, incluso hubo una colaboración regular con pocas diferencias destacables (recomendable son los trabajos de Vernon Richards, Frank Mintz y José Peiráts sobre el tema) entre lo que duró el proceso, pero claro, Hosbawm no está interesado en ver esa parte.

Me atrevería a decir que el anarquismo no ha sido idea para el fracaso, sino en base al fracaso. Fracaso mediante, ha ido tomando la fuerza que lo caracteriza, y mucha de su nueva vitalidad se la debe a los fracasos de los proyectos marxistas, tanto en la vía revolucionaria como en la vía reformista. Gracias a los fracasos del marxismo es que el anarquismo se ha hecho valer con toda su crítica más radical. Y no es raro que ciertos sectores no-oficiales del marxismo vayan acercándose mucho más al anarquismo, y no por cierto desvarío. Wilhem Reich o Erich Fromm no se habrían volcado a una posición más libertaria si la influencia de Otto Gross no hubiese estado presente, tampoco es raro ver similitudes entre la obra de Paulo Freire con la obra pedagógica de Paul Goodman, Sutherland Neill, Fauré, Robin o el mismo Francisco Ferrer.

No pondré en duda la calidad de la obra de Gerald Brenan sobre la actividad revolucionaria en España y la comparación que establece Hosbawm que es bastante nefasta, sobre todo porque estudios posteriores y no negaré que más orientados al anarquismo, han demostrado su verdadera importancia. Nuevamente invito a remitirse a los autores señalados, además agregaría las acotaciones hechas por Manuel Villar.

Otro punto que me produce mucho más ruido del ensayo del señor Hosbawm es su desconfianza a lo que el llama pequeñas comunidades autogobernadas, lo que me hace pensar que su idea de estas comunidades es similar a la concepción hippie. Sin embargo cabe destacar que estas comunidades al buscar ser autosuficientes no rechazan la tecnología sino ver a la misma como un objeto de discusión de ver sus límites y la forma en que pueda ayudar a facilitar la vida. La idea de una democracia directa, de una asociación voluntaria y un federalismo está en el mismo individuo y su afinidad con sus pares, si dicha afinidad no existe es necesaria una solución o una división. Es el punto principal del principio federativo, y no la obligación de pertenecer donde no se siente una unión. La expulsión de una comunidad no depende sino de casos de extrema discordia, y es precisamente una de las preguntas que como anarquistas tenemos que responder a diario, en cualquier momento.

Respecto al tema de la economía y la tecnología, al verse más a fondo y de manera mucho más detenida no representa realmente un problema una vez que dichas comunidades y posteriores federaciones se hayan establecido. Los medios de producción están ahí, lo único que habría de sufrir la producción es una disminución y una reestructuración de lo que se produce y cómo se producirá. Notable es que Hosbawm piense la economía como un entramado complejo sólo saneable por el Estado y/o organizaciones más grandes, ese pensamiento respecto a la economía no es diferente del de Von Misses. La discusión sobre tecnología y anarquismo se ha dado y no en menor grado, que Hosbawm no le haya dado siquiera un vistazo a la obra de Lewis Mumford, Colin Ward o el libro La ciencia moderna y la anarquía de Kropotkin, no es problema del anarquismo, sino que fue problema de su falta de información. Y si él ve posibles nexos entre el capitalismo de Friedman y la escuela de Chicago, y el pensamiento que el anarquismo puede generar en la economía y la tecnología, entonces el desvarío no es más que de él.

“Si los socialistas desean teorías sobre el presente y el futuro, tendrán que seguir buscándolas en otra parte; en Marx y sus seguidores y, probablemente también, en los anteriores socialistas utópicos, como Fourier. O, para mayor precisión: si los anarquistas desean hacer alguna contribución significativa, deberán desarrollar un pensamiento mucho más serio que el que la mayoría de ellos ha desarrollado recientemente.”

Este párrafo nos tira de vuelta a su gran profeta, a Marx, al genio y figura que puede dar aportes mucho más interesantes según él. Si los socialistas necesitan teorías del aquí y ahora, búsquenlas en sus seguidores. En Lysenko que llevó a la peor hambruna en la Unión soviética, en el Che Guevara y su teoría del hombre nuevo, en Lafargue y sus constantes plagios a los anarquistas a quienes también denunció a la policía española, a Trotsky y su brillante comunismo de guerra. ¿Para qué buscar las aportaciones ecológicas de Kropotkin, de Reclus o de Mumford? ¿Quién necesita los aportes que nos pueda entregar la pedagogía libertaria cuando con Paulo Freire podemos adoctrinar más fácilmente a los niños y hacerlos militantes activos del partido? A la mierda la autonomía y libertad del niño a la hora de aprender. ¿A quién le importa la revolución anti-psiquiátrica que inició Otto Gross y continuaron David Cooper y Ronald Laing o la innovación en la terapia Gestalt de Paul Goodman, cuando se tiene a Wilhelm Reich o a Marcuse y sus “grandiosas aportaciones”?



Diezcorrientes



[1] Eric Hobsbawm: Reflexiones sobre el anarquismo

sábado, 5 de noviembre de 2016

Santiago: Jornada Por La Tierra y Contra el IIRSA (Audio + reseña)

El intenso calor de Santiago no fue impedimento para que el pasado sábado 5 de noviembre, un concurrido encuentro atendiera al llamado del Grupo de Difusión y Propaganda Anarquista AUKAN, para dialogar sobre las problemáticas sociales y ambientales en torno al IIRSA.

La jornada se desarrolló en un grato ambiente de camaradería y apoyo mutuo. Destacó claramente el interés por las luchas en defensa del territorio. Tal eje de reflexiones contó con la colaboración de diversas organizaciones: el Grupo Novena Ola, Revista Mingako, Colectivo La Savia y Revista Arpillera, entre otras.

La actividad comenzó con la proyección del documental «IIRSA: La infraestructura de la devastación», resultado del trabajo de un proyecto colectivo autogestionado orientado a informar y potenciar las luchas en defensa de la tierra y contra la devastación de los territorios.


Luego de ello, se desarrolló el foro con la participación titulada «Intervención de la IIRSA en la región chilena y latinoamericana», facilitada por Revista Mingako. Continuó con la exposición, a cargo de Revista Arpillera, sobre «Las implicaciones de IIRSA en Venezuela y el Arco minero del Orinoco». La actividad prosiguió con «Una perspectiva Anarquista por la defensa del territorio y los ecosistemas», exposición defendida por el Grupo Anarquista Novena Ola. Finalmente, se narró una «Experiencia territorial por la defensa de los Ríos», por parte del Colectivo La Savia.

Tras esto se sucedieron interesantes preguntas y reflexiones de las asistentes, lo que trajo como resultado una estimulante retroalimención que complementó las cuatro exposiciones iniciales. Tanto las exposiciones como las intervenciones del público, podrán escucharlas íntegramente en los siguientes vínculos:



miércoles, 2 de noviembre de 2016

A las hijas del pueblo: folletos anarquistas para mujeres

Por Mabel Bellucci*
En 1895, en ese Buenos Aires tan atónito como fascinado por la polifonía inmigratoria de ultramar, aparece la publicación Propaganda anarquista entre las mujeres, que consta de una serie de folletos impresos bajo el sello Biblioteca de la Questione Sociale. Por cierto, los editores tienen muy en claro sus propósitos y lo expresan en la introducción: "Con el objeto de propagar las ideas emancipadoras entre nuestras compañeras de trabajo y de miseria, la redacción de La Questione Sociale se propone publicar una serie de folletos especiales para la propaganda entre las mujeres, en los que se tratarán todas aquellas cuestiones que tienen relación directa con la emancipación económica, política y religiosa de la mujer. Dichos folletos se repartirán gratis y serán costeados por suscripción voluntaria, cuyas listas se insertarán en La Questione Sociale… Los que simpaticen con nuestra iniciativa pueden desde ahora abrir una suscripción voluntaria remitiendo las cantidades de nuestra administración o a cualquier periódico anarquista. ¡Manos a la obra compañeros! Buenos Aires, abril de 1895.”


Se pide esta colaboración solidaria para la serie de proyectos culturales, que sin el apoyo del activismo y de los simpatizantes no podrían sostenerse en el tiempo. Estas entregas, como tantas otras publicaciones posteriores, suponen ser cajas de herramientas para incitar a través de la palabra la participación femenina, una de las grandes obsesiones de los cuadros anarquistas de ese entonces. Al centrar la atención en las mujeres, emerge un perfil novedoso y necesario de analizar: durante este período, pesa más la preocupación de las vanguardias masculinas sobre la condición de subalternidad de las mujeres que la de las propias afectadas. Si bien hubo excepciones que no se pueden soslayar y, más aún, que se celebran con algarabía, como es el caso del periódico La Voz de la Mujer (1896-1897)[1], no obstante, el grueso de los artículos y manifiestos que desfilan por nuestros lares están escritos por anarquistas europeas y no por nativas. Es más, la mayoría son recopilados y traducidos al castellano por figuras masculinas. De allí que en el Río de la Plata, las cuestiones cruciales que hacen al debate de la discriminación y exclusión de las féminas están impulsados por militantes e intelectuales varones, los cuales van armando una estrategia fundada en agitar un periodismo de mujeres para mujeres.


En tanto, la tirada de esta tanda de folletos sería de alrededor de dos mil a tres mil ejemplares, distribuidos por los cientos de activistas que viven en Buenos Aires hacia finales del siglo XIX. Con seguridad, donde se consiguen es en la Librería Sociológica, ubicada en la avenida Corrientes, entre Ayacucho y Junín. “Justamente su dueño, Fortunato Serantoni, los edita y portan el sello La Questione Sociale, que además es el nombre de la revista que, desde 1894, y en italiano y en castellano, está a su cargo suyo.”[2] Este espacio dispone de todo tipo de textos - libros, folletos, revistas y periódicos- en diferentes idiomas que provienen del exterior a causa de las migraciones y los intercambios internacionales.


La necesidad de repetición enunciativa no es azarosa: en Europa La Questione Sociale representa un símbolo emblemático, en el cual se identifican todas aquellas producciones de cuño ácrata y librepensador. Errico Malatesta, uno de los grandes teóricos del anarquismo moderno cuya reputación cruza los océanos, había elegido el mismo nombre para sus publicaciones aparecidas tanto en Buenos Aires como en Florencia.

Propaganda anarquista entre las mujeres, bajo el subtítulo A las proletarias, es el primero de esta serie. Está firmado por la utopista, partidaria de Charles Fourier y también librepensadora, Ana María Mozzoni (1837- 1920). Tras la unificación de Italia en 1870, ella impugna fuertemente los modos discriminatorios hacia las mujeres que se refuerzan en el naciente estado. Esta periodista y política -considerada como una de las pioneras del movimiento feminista en Italia- parte de la creencia que el nivel de la democracia deberá medirse en función de su capacidad para integrar a sus congéneres como ciudadanas y participantes en el desarrollo moral y material de la nación. Desde su perspectiva, tanto el derecho al sufragio como el ingreso a la educación agrieta el modelo del "monarcato patriarcale" (familia patriarcal). Además de constituir la Lega Promorrice degli Interessi Femminili, se incorpora al Partido de los Trabajadores que, de inmediato, se transforma en el Partido Socialista, del cual es cofundadora.


En verdad, que estos folletos aparezcan bajo su nombre genera ciertos interrogantes: por un lado, cabe la posibilidad de que Mozzoni haya pasado por Buenos Aires y se hubiera contactado con los grupos ácratas locales. Por el otro, tal vez, dicho material habría sido traducido de la lengua original al castellano por decisión de Fortunato Serantoni. Lo cierto es que tanto una como otra hipótesis no alteran la condición de su autoría. En cuanto al segundo folleto, Propaganda anarquista entre las mujeres tiene como subtítulo A las muchachas que estudian.


Claro está que ambos incursionan alrededor de la explotación inhumana de las obreras fabriles, pero también emergen, de manera iniciática, expresiones de un malestar anclado en el espacio íntimo que se adelanta al horizonte mental de la época. Así, se configura una retórica a partir de sus nuevos roles en el mundo del trabajo asalariado. Y además, hace ver las condiciones subalternas dentro del patrón familiar autoritario y patriarcal. Institución, por cierto, que influye sobre las expectativas de aquellas que integran los sectores populares, ya que tener una prole representa el proyecto central de sus vidas. En este trazado, irrumpe una mirada de impugnación contra situaciones concretas de violencia doméstica. Al respecto, Mozzoni dice: "El padre de tus hijos que un día te miraba como a la confidente y la depositaria de sus congojas, te considera hoy como el punto natural donde desahogar sus iras y malhumores (…) y si él busca en el vino y en la compañía de sus amigos una tregua a su tristeza, al regresar a casa pagarás con creces aquella tregua, con acrecentados desprecios. Si tu marido te maltrata, si te pega y te quejas al juez, éste te responderá: Id en paz, no existen los extremos legales”.


La propuesta frente a tantas injusticias estará en abrazar el ideario de la revolución como una maquinaria propia: “La anarquía defiende la causa de todos los oprimidos y por esto, y de un modo especial, defiende vuestra causa ¡Oh mujeres, doblemente oprimidas por la sociedad presente! En realidad, vosotras sois esclavas tanto en la vida social como en la privada”.


Sin paliativo alguno, estos folletos desnudan las formas de violencia a las que son sometidas por las golpizas y maltratos por parte de sus cónyuges. Uno de sus puntales significa manifestarse con un tono grandilocuente que avanza más allá de los propios límites históricos: 


"Queremos libertaros de la codicia del patrón que os explota, de las acechanzas del cura que os llena el cerebro de supersticiones, de la autoridad del marido que os maltrata, de las nefandas preocupaciones que os oprimen. Si vosotras anheláis por la completa extirpación de todas estas injusticias de las cuales vosotras, oh mujeres, sois las primeras víctimas y mártires, venid con nosotras, combatid en nuestras filas, sed nuestras compañeras de lucha y amor. Venceremos."

En líneas generales, se cruzan demandas urgentes y puntuales con intentos de revelar las costumbres machistas que imperan tanto en la fábrica como en el hogar: " En realidad vosotras sois esclavas tanto en la vida social como en la vida privada. Si sois proletarias, tenéis dos tiranos: el hombre y el patrón. Si sois burguesas, se os deja solamente la soberanía de la frivolidad y de la coquetería. El hombre - ya sea padre, ya esposo, ya hermano - no es por ley y costumbre vuestro amigo y compañero: es dentro y fuera de la familia el dueño de la mujer, aunque él, a su vez, sea esclavo de otro hombre". Es posible que, en buena medida, estas posiciones reveladoras de opresiones de género aún no visibilizadas como tales, evoquen las premisas de la socialista Flora Tristán, en su folleto, Unión Obrera, en 1843: “Se la ha educado para ser una graciosa muñeca y una esclava destinada a distraer a su dueño y a servirle.”[3]

Tomando el postulado de Beatriz Sarlo que señala que "los textos forman al actor social"[4], la aparición de estas producciones responden más a inquietudes y compromisos de Mozzoni y de su grupo de afinidad ácrata que a un movimiento de obreras organizadas, dispuestas a apropiarse del saber y de la escritura contestataria.

Al abordar Propaganda anarquista entre las mujeres, se siente de hecho el diálogo con una lectora implícita más que el fenómeno de una práctica cultural sobre las apropiaciones textuales. No cabe duda de la formación de un incipiente electorado moderno femenino, pero el grueso de sus potenciales interlocutoras está integrado por analfabetas o parciales alfabetizadas -sean inmigrantes o migrantes, obreras industriales o informales-.


En esa dirección, las diversas formas para acceder a la cultura escrita son mediante la lectura silenciosa o en voz alta, individual o colectiva, dirigida o independiente. En cuanto a la autoría de Mozzoni, hace del lenguaje una maquinaria fundamental para denunciar con argumentos reveladores las variadas opresiones de sus congéneres. Por ello, estas folleterías alcanzan un nivel crítico con vocación libertaria. En efecto: sus provocativos enunciados poco tienen que ver con esas imágenes de época de un contingente de proletarias subordinadas tanto a las lógicas del capital fabril como de la cotidianeidad doméstica, ya que la osadía de tomar para sí el uso de la palabra es lo que permite que los estudiemos en este presente.




* Activista feminista queer. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Gino Germani-UBA, de la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata y de la Cátedra Libre de la Campaña Nacional por el derecho al aborto de La UBA. Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. 2014.





[1] La Voz de la Mujer es el primer manifiesto libertario dirigido por mujeres para mujeres en América Latina. Virginia Bolten lo sostiene económicamente con el aporte de su trabajo como aparadora de calzado. Es sumamente original por su carácter de expresión independiente al feminismo con una impronta discursiva obrerista. Es la típica publicación de época: pequeña, semiclandestina y efímera: salen sólo nueve números. Su lema lo confirma: Aparece cuando puede.
[2] Cristian Ferrer, Folletos anarquistas en Buenos Aires. Publicaciones de los grupos La Questione Sociale y La Expropiación, Edición facsimilar, Buenos Aires, Biblioteca Nacional, 2015.p.19.
[3] Ana Miguel y Rosalía Miguel Feminismo y Socialismo. Antología Flora Tristán, Madrid, Los libros de la Cataratas, 2003.
[4]Sarlo, Beatriz, El imperio de los sentidos, Buenos Aires, Edit. Catálogos, 1985. p.58..


Fuente: Damiselas en apuros